martes, 30 de agosto de 2016

Feéricos


Los feéricos o seres feéricos, o espíritus de la naturaleza son entidades con voluntad, sensibilidad y conciencia que viven en dimensiones superiores a la nuestra (en la 4ª y otros niveles de vibración), como los ángeles, motivo por el que nos son generalmente invisibles. A lo largo de la tradición, pero también de la historia actual, se citan numerosos avistamientos y experiencias, pero dichos fenómenos se dan en una banda de la realidad "semiinconsciente" o adscrita al estado de ánimo, y, a veces, a las condiciones externas (meteorológicas y otras). Pero se citan casos de apariciones por motivos aparentemente desconocidos, e, incluso, de intervenciones físicas.

Su nombre viene del inglés faery (hada), pero engloban un amplísimo espectro de seres que Rudolf Steiner dividió en seres de la tierra, del agua, del aire y del fuego (generalmente de más densos a menos). Siguiendo la teoría de Einstein de que materia y energía son reversibles, los gnomos, duendes, elfos, sílfides, salamandras, hadas y otros habitan otro plano de la realidad. Ciertas personas tienen capacidad para sentirlos, verlos e, incluso escucharlos, y coinciden en señalar que los seres feéricos poco entienden la libertad humana, mediante la cual podemos agredir a la naturaleza, pues su goce es servir. En la amplia bibliografia se encuentran citas sobre su común enfado por la separación del hombre con respecto a la naturaleza, su deseo de contactar con los humanos, su enojo por nuestra común incapacidad de escuchar sus peticiones, y la creencia de que somos estúpidos por maltratar a Naturaleza. Su placer y mision es contribuir al desarrollo de la Naturaleza, y a todo lo que sea armonización, especialmente del Medio, o supervisar y mantener en equilibrio elementos extraidos de ella que, por ejemplo, hayan llegado a parar a una vivienda, como las vigas de madera (hay seres feéricos muy localistas).

Su invisibilidad, junto con nuestro actual alejamiento de la Naturaleza, y la enorme brecha abierta por nosotros contra el Medio, nos hace creer y decir hoy que son personajes de ficción. Las hadas, los trasgos y los silfos pertenecen a la familia de los feéricos y habitan en bosques, ya que la contaminación y la falta de plantas debilita su aura. Aman la vida, ayudan a crecer las plantas, contribuyen al quehacer de las abejas, vigorizan energéticamente alimentos y protegen la Naturaleza y las casas habitadas por personas afables, alegres o bondadosas. Con los niños pequeños se comportan como ángeles (a menudo protectores), pero generalmente no de forma prolongada. Sienten y celebran el amor humano, la alegría y los cánticos armoniosos. Se supone que viven cientos de años, por lo que, al hacerse visibles, concentrando sus moléculas o "densificándose", los seres de tierra aparecen ataviados como personas en torno a los siglos XVII y XVIII, cuando el hombre vivía en mayor armonía con la tierra.

Los hay "negativos", u "obligados" a vivir en aparatos electrónicos, incluso ordenadores, por ser seres feéricos de los metales. Todos son semi-jerárquicos, ocupándose cada uno de lo suyo, o por grupos-colectivos (hadas bailando en torno a árboles para ayudarlos a crecer...), pero siempre con la supervisión de un fauno (para los seres de tierra y agua), o de un Deva -que en sánscrito significa ángel-, el "jefe" de los seres feéricos que trabajan en el reino vegetal. C. W. Leadbeater describe los reinos y la evolución de estos seres. Todos los pueblos de pensamiento animista, aborigenes, pieles roja y demás, aseguran haber estado en contacto con ellos y haberlos consultado siempre antes de intervenir en la Naturaleza.

Se asegura que fue gracias a los seres feéricos de las flores que se creó la primera ecoaldea moderna, en Findhorn, Escocia, una experiencia de allí exportada a los cinco continentes.

En proximos post añadiremos información de como introducirlos en el juego Castillo de Falkenstein.

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